lunes, 2 de noviembre de 2020

Académicos y estudiantes de la UAP recuperan e ilustran relatos del sur de Puebla y Canoa

El tenzo, Dónde se oculta el sol, El remolino, La ofrenda, El joven que cuida la casa del señor del cerro, El pillo, El señor que no quería poner ofrendas, Flor de dalia y Antonio, el enamorado de la Malitzi, constituyen la serie de historias orales que fueron ilustradas por un grupo de estudiantes de Escuela de Artes Plásticas y Audiovisuales (ARPA) de la UAP.



Imagen: La Jornada de Oriente
 
Este proyecto de ilustración surgió de la colaboración entre Alejandra Gámez Espinoza y Ernesto Licona Valencia, dos antropólogos del Colegio de Antropología Social (CAS) de la UAP, así como del profesor Delfino Gachupín y de la académica de ARPA, María Elena Méndez Guzmán, quien invitó a estudiantes a ilustrar los relatos recopilados en el sur del estado de Puebla y en San Miguel Canoa. El objetivo fue rescatar la tradición oral de cuentos y leyendas de la cosmovisión indígena gracias a la colaboración de los pobladores, convertidos en narradores de su propio universo.

Estos relatos, leyendas y cuentos pueden ser vistos en el sitio de Facebook de la Vicerrectoría de Extensión y Difusión de la Cultura, como parte del Festival de Muertos y Leyendas 2020, que en su segunda edición debió celebrarse a distancia. En dichos videos ilustrados aparece la fuente o los informantes, la narración del profesor Delfino Primitivo Gachupin y de otros colaboradores más, así como el nombre de los ilustradores.

El proyecto fue presentado en el marco de dos mesas redondas realizadas en el festival que tuvieron una característica común: el rescate de la cosmovisión indígena en el estado de Puebla, una estrategia académica para recuperar el legado de la tradición oral.

Lo anterior, porque académicos buscan estudiar y comprender el orden de la naturaleza y el cosmos en sociedades rurales de corte indígena insertas en un contexto capitalista, y la manera en que han conservado sus ritos, cuentos y leyendas.

La mesa Tradición oral en el sur de Puebla contó con la participación de Ernesto Licona y el profesor Delfino Primitivo Gachupin, y giró en torno a San Miguel Canoa, un pueblo estigmatizado y segregado por generaciones, donde arraigó la tradición y cosmogonía nahua.

En el caso del conversatorio Tradición oral en el sur de Puebla, éste se centró en la importancia que tuvo la tradición oral como medio de resistencia para preservar la tradición, cosmogonía y lengua. De manera virtual, la antropóloga Alejandra Gámez compartió con Sabino Martínez los dichos y saberes del sur del Estado.

El también antropólogo Ernesto Licona definió que estos relatos, narrativas y mitologías refieren a la naturaleza, a los santos –como el propio santo patrono-, a la montaña y una serie de personajes que forman parte de la cosmovisión de esta comunidad.

Esta cosmovisión, continuó, podría definirse como una operación del pensamiento que fusiona territorio, cultura y naturaleza, interconectando a la cueva con la montaña, y a su vez con la víbora de agua, la nube blanca con la agricultura, el agua de arriba y abajo con la milpa; la víbora de viento con la cosecha y esta con el difunto, el ancestro a su vez con la estructura barrial, el barrio con el santo patrón y este con el pillo, siendo una densa red de conexiones que conforman la territorialidad.

El profesor del CAS dijo que la territorialidad es una forma de pensar el territorio a manera de maridaje entre entidades sobrenaturales, naturaleza y escalas territoriales. Acotó que ésta se construye a partir de un conjunto de relatos que especifican y conforman narrativas: sobre la montaña, los hombres, hombres mágicos, los lugares, etcétera.

Dijo que, en San Miguel Canoa, un pueblo nahua localizado a 12 kilómetros de la ciudad de Puebla, se encuentran el pillo, san Miguel arcángel y la Malitzin. El primero es una entidad masculina, poderosa, que causa temor, como cuenta el relato contado por el profesor Delfino. San Miguel arcángel, en cambio, es el santo patrono, nombrado como el príncipe, pues en los orígenes del templo empezó a brotar agua de la pared, misma que fue utilizada para su servicio construyendo canoas para llevarla. Mientras que cuando las montañas eran humanos, la Malitzin se enamoró del Popocatépetl y combatió contra la Iztaccíhuatl por él, y ésta la derrotó porque contaba con más animales.

El autor del libro Bendición de semillas: ritual agrario y religioso continuó que entre otros seres que habitan Canoa están las víboras de agua, que pueden ser buenas o malas; la víbora de viento, que cuando llega a la milpa la convierte en lugar pesado que puede enfermar; los miquis, almas de muertos; los parajes donde moran los males; o los primigenios xantime que eran gigantes con cuerpos robustos que practicaban el canibalismo y en el almuerzo tomaban cinco litros de pulque.

“Lo que queremos decir es que el conjunto de todas estas narraciones son parte del territorio, de la cosmovisión de los pueblos nahuas como Canoa, que son un recurso para poder entender la identidad de las comunidades”.

Fuente: https://www.lajornadadeoriente.com.mx/puebla/leyendas-cas/