martes, 29 de enero de 2019

Adiós al grande de la poesía guatemalteca, Humberto Ak’abal


Por Irene De León


La causa del deceso se atribuye a complicaciones que sufrió después de una cirugía intestinal que le practicaron el domingo en el Hospital Nacional de Totonicapán. Fue por su estado grave que se procedió a trasladarlo a la capital.

Era originario de Momostenango, Totonicapán, siempre mostró ser un luchador empedernido. Sufrió polio durante la niñez y quedó lisado de una pierna. A los 20 años se hizo cargo de sus 10 hermanos, ya que su padre falleció.  Emigró a la capital, donde trabajó como barrendero.

Su vida cambió a los 37 años, cuando conoció al poeta Luis Alfredo Arango, quien lo animó a publicar su primer libro, El Animalero (1990).

Ganó el Premio Internacional de Poesía Blaise Cendrars 1997, en Suiza. En el 2004 rechazó el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias.

“Lo que escribo es lo que cuenta y lo que vale. Si eso tiene algún valor, va a perdurar con o sin premio; si no tiene algún valor, eso se muere”, explicó.

Sus obras han sido traducidas al francés, inglés, alemán e italiano y otros 15 idiomas.

El 29 de julio de 2018, Akabal cumplió uno de sus grandes sueños: presentar un recital de su poesía en su pueblo natal, Momostenango, lo cual ocurrió gracias al entusiasmo del grupo de jóvenes Tejedores de Pensamientos, que promueven la cultura de dicho municipio.
Dos lágrimas

    “Cuando nací

    me pusieron dos lágrimas

    en los ojos

    para que pudiera ver

    el tamaño del dolor de mi gente”.