México, 30 Jun. (Notimex).- Igual que miles de mexicanos, el ahora historiador Miguel León Portilla, conoció la ciudad prehispánica de Teotihuacan, siendo un niño, tenía ocho años de edad y tuvo en su tío, el arqueólogo Manuel Gamio, un gran mentor.
Gamio también fue un maestro para León Portilla -destacado nahuatlata- y más tarde le daría una importante lección: "Está bien que te intereses por el indio muerto, pero también ocúpate del vivo".
Visiblemente emocionado por estos recuerdos, el historiador, investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), recibió un reconocimiento por parte de la Zona Arqueológica de Teotihuacan, de manos de Alejandro Sarabia, director del sitio.
Ello fue a propósito del 50 aniversario de la publicación de la primera edición del libro "Visión de los vencidos. Relatos indígenas de la Conquista".
De esa manera, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) -que a su vez celebra en este 2009 sus 70 años de creación-, continúa las distinciones al también antropólogo y filósofo a quien hace unos días entregó el máximo galardón que otorga esta institución académica, "El caballero águila".
Acompañado de familiares, amigos, colegas del INAH y de la UNAM, y como siempre, de un público fascinado por su carisma y sabiduría, Miguel León Portilla aprovechó la ocasión para recordar el fin con el que se dio -junto con su otro preceptor, el sacerdote Angel María Garibay K.- a la tarea de recopilar y traducir los textos nahuas en los que "flotaba" el sentir de los oprimidos.
"En ese libro, lo escribí al final del mismo, no quiero revivir ni filias ni fobias. La Conquista es un tema que causa perturbaciones a los mexicanos y yo digo que en esa materia debemos de crecer. Hay que definirnos, porque a Hernán Cortés ya le da igual, está muerto", comentó.
"Nosotros somos, hoy día, descendientes de ese encuentro tan violento. Entonces, me propuse con Garibay, hacer la otra cara de la Conquista. Al presentar la Visión de los vencidos, quise que nosotros tuviéramos una doble acta de nacimiento, por un lado tenemos las cartas de Cortés y la Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo y, por el otro, los testimonios indígenas", expresó León Portilla.
Pero la historia -como dijo León Portilla en el acto realizado en el Centro de Estudios Teotihuacanos--, sólo existe en presente, en el momento del escritor y del lector, y recordó que la opresión es igualmente actual. En uno de sus libros más recientes, Pueblos originarios y globalización, hace una interesante reflexión:
"Los vencidos, llámense pueblos indígenas, ya despiertan por sí mismos y tendrán mucho que enseñarnos sobre otra forma de vivir, una vida basada en el respeto a la bioculturalidad y en la convivencia con el otro".
León Portilla compartió algunas anécdotas con otro profesor emérito, Eduardo Matos Moctezuma, del INAH. Juntos conversaron sobre la misión y la visión de Manuel Gamio, quien en Teotihuacan, Estado de México, sentó las bases de la antropología mexicana, a partir de un equipo interdisciplinario y, sobre todo, tuvo la conciencia de su función social.
Así, Gamio impulsó en los años 20 del siglo pasado, la entrega de desayunos escolares en los poblados cercanos al sitio arqueológico y la producción de artesanía de obsidiana, un material de gran importancia en la región, desde tiempos prehispánicos.
"Aquí (mi tío) encabezó la exploración de la Ciudadela y el Templo de Quetzalcóatl, pero también se interesó por el pasado colonial de Teotihuacan y las poblaciones contemporáneas. El dijo: yo quiero hacer algo, y decidió revivir el arte de la obsidiana y ese esfuerzo rindió frutos, de tal manera que estas piezas llenas de maestría se siguen elaborando".
Esta alusión al trabajo de los artesanos de Teotihuacan, León Portilla la vio cristalizada en el reconocimiento que se le otorgó el día de hoy, hecho precisamente de obsidiana.
Por su parte, la lingüista Pilar Máynez Vidal, de la UNAM, consideró que "Visión de los Vencidos", el libro universitario con mayor difusión, a nivel nacional e internacional, subyace en la revitalización que las lenguas indígenas han tenido en el país desde los años 80, pues fue el rescate de las voces que tras la Conquista se convirtieron en susurros.