
Las cenizas de Montemayor se depositaron en una urna que llevaba en brazos su viuda, Susana de la Garza, acompañada por sus hijos Emilio, Alejandra, Jimena y Victoria, así como su nieto Emilio.Consuelo Sáizar, presidenta del Conaculta, fue editora del escritor. Al montar guardia de honor, comentó: "Fue un hombre formidable que hizo de la literatura su pasión de vida, que era la lucha social y la defensa de los indígenas; un hombre que llenó de música y pasión cada una de sus actividades.
Fui interlocutora de un hombre de grandes ideas; fui también una devota lectora de su obra y ahora vengo a rendir homenaje a un hombre joven, con muchas páginas por escribir todavía, con mucho que aportar a este país que fue su pasión y por el que luchó de manera tan cercana y tan inteligente. La Academia Mexicana fue el lugar donde, acompañado por el enorme Alí Chumacero, analizó el idioma y lo llenó todos los días de nuevos significados, impregnados de pasión e inteligencia. Fue un hombre que hizo de la palabra su voz y de la pasión su lucha".