lunes, 29 de marzo de 2010

Destaca Hilda Paredes integración de la música y la poesía

Cuenca.- La compositora mexicana Hilda Paredes destacó hoy las grandes posibilidades que se abren cuando la música y la poesía se encuentran, el fenómeno rebasa las dimensiones de ambas disciplinas y se crea un nuevo género.

Al participar en la 49 edición de la Semana de Música Religiosa de Cuenca, Paredes impartió la conferencia “Los músicos en la poesía. Una visión de poetas mexicanos”, en la que resaltó, en el encuentro entre poesía y música, el uso de fonéticas indígenas, especialmente mayas.

La víspera, el grupo Ensemble y el Cuarteto Arditti, experto el primero en polifonía primitiva y el otro en cuerda ultramoderna, interpretaron la obra “Kamex cha´ab (Recibid lo creado)”, de Paredes, encargo de esta edición de la Semana de Música Religiosa de Cuenca.

Paredes apuntó que es interesante ver cómo la música puede añadir información que no necesariamente está contenida en un texto. “No consiste tan solo en martillear la música con sonidos, la mano del compositor debe entrar en el guante y dar vida al texto para dar un nuevo sentido al que la poesía lleva intrínseca”, dijo.

martes, 23 de marzo de 2010

ADIÓS AMIGO, CARLOS MONTEMAYOR

Natalio Hernández
Niquixmatqui Carlos Montemayor quipia sempoali ihuan mahtlactli xihuitl/ Conocí a Carlos Montemayor hace 30 años. Compartimos, por primera vez, nuestra palabra en una mesa redonda sobre el tema: Los pueblos indígenas y el Estado mexicano que organizó la Escuela para Extranjeros de la UNAM. Nunca antes nos habíamos visto. Sin embargo, cuando nos escuchamos, se estableció una empatía que nunca más se rompió.

Juntos emprendimos la agotadora labor de sensibilizar a mis compañeros, maestros bilingües, de que las lenguas originarias de México eran importantes, que no eran dialectos y tampoco eran lenguas inferiores. Esta labor se fue extendiendo, poco a poco, a todos los sectores de la sociedad, para superar el estigma que dejó la escuela rural mexicana en contra de las lenguas indígenas.

En 1990 coordinamos el Encuentro Nacional de Escritores en Lenguas Indígenas con el patrocinio de la Dirección General de Culturas Populares del CONACULTA y el Instituto Tamaulipeco de Cultura. Por primera vez en nuestra historia contemporánea, se reunieron los escritores de las diversas lenguas originarias de México, para intercambiar sus experiencias en torno a la creación literaria en sus propios idiomas.

Familiares y amigos de Carlos Montemayor traen a la memoria sus vivencias con él


Periódico La Jornada
Lunes 22 de marzo de 2010, p. a11

Familiares y amigos recordaron sus experiencias con Carlos Montemayor (1947-2010), poeta, luchador político y defensor de los pueblos indígenas, durante el homenaje que organizó este domingo la Secretaría de Cultural del Gobierno del Distrito Federal en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris.

Su hija Alejandra Montemayor evocó momentos de su infancia, cuando el autor de Guerra en el paraíso, cerca de la chimenea, le explicaba que antes del fuego todo era oscuridad, pero que no lo viera como algo destructivo, sino como símbolo de vida.

“Al recordar estas historias, ahora veo a mi papá como ese elemento: apasionado, aguerrido, visionario, fuerte; siempre en continua transformación, y ahora como una chispa luminosa que vivirá siempre en nosotros y en todas las cosas.”

Abundó: “Siempre fue feliz con todo lo que hizo: escribiendo, cantando, involucrándose en la poesía indígena o en las luchas sociales, aunque le hicieran pasar corajes”.

Realiza GDF homenaje a Carlos Montemayor

Notimex

México, DF. La Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal rindió hoy un homenaje titulado “Recordando a Carlos Montemayor”, académico, poeta, músico, analista y luchador político, que se realizó en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris.

Elena Cepeda, secretaria de Cultura, comentó ante la presencia de Susana de la Garza, viuda del maestro Montemayor, que no podían dejar de hacer este homenaje al poeta, quien falleció el pasado 28 de febrero.

Agregó que el 2 de agosto de 1980 este teatro fue testigo del estreno de la ópera “Encuentro en el ocaso”, donde el escritor del libreto fue Montemayor.

“Casi 30 años después, el teatro abre nuevamente sus puertas a la amplia y sólida obra de Carlos Montemayor, pero en esta ocasión para que sus amigos, alumnos y familia la compartan con todos nosotros”, dijo Cepeda.

Resaltan las “rupturas de fronteras disciplinarias” de Carlos Montemayor


Periódico La Jornada
Martes 23 de marzo de 2010, p. 8

La mañana de este lunes se rindió un amplio reconocimiento a Carlos Montemayor (1947-2010), por su trabajo pionero y como fundador de una de las más reconocidas instituciones públicas de enseñanza superior a escala nacional: la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Esa labor del fallecido escritor y colaborador de La Jornada contribuyó al desarrollo y fortalecimiento de la extensión y difusión de la cultura en esa casa de estudios.

Para el homenaje que duró más de cuatro horas en la unidad Azcapotzalco de la UAM, se reunió un abundante grupo de colegas, académicos, discípulos y amigos, quienes recordaron vivencias y evocaron de manera extensa y detallada el entusiasmo, la claridad de pensamiento y el talento de Montemayor, ya fuera como docente, amigo (más de uno no dejó de recordar el gusto del maestro por contar chistes) o como tenor.

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viernes, 12 de marzo de 2010

Al otro lado del sueño

Humberto Ak’abal
Recuerdo a Carlos Montemayor alto, elegante, sonrisa alegre, modales delicados. Cuando nos conocimos sus anteojos eran casi invisibles, poco a poco fue aumentando el grosor de sus lentes. Le gustaba el tequila. Serio y jovial, enamorado como un colibrí. Cada oportunidad que yo tenía de hablar con él, le descubría nuevas facetas. Ah, qué de cosas, qué de recuerdos… Y se ha ido. El próximo encuentro lo tendremos al otro lado del sueño.
Viene a mi memoria aquella noche que fui a escuchar uno de los talleres de cuento que ofrecía en Guatemala, allá por el mes de Mayo de 1992 (parece que fue ayer...). En esos días yo comenzaba a poner la cara con algunos de mis textos, y él, jugándose el todo por el todo, me echó un espaldarazo que no perdonaron los que descalificaban mi poesía. Cuando, algunos años más tarde, tuve el atrevimiento de declinar un premio guatemalteco, un “X” escribió toda una caterva de improperios contra mí y contra Carlos, por esos días yo me encontraba en Suiza y viajé a México invitado a participar de un Congreso de poesía, era Octubre de 2003, y se lo comenté a Carlos, y él, tan noble y tan grande como era; se sonrió: “tú no desciendas a escuchar palabras necias, déjalos que se ahoguen solos, no sea que por escucharlos te ahogues tú también…” Qué generoso, sin egoísmos, cuánto apoyo me brindó, “tú eres remanente de una cultura milenaria, no lo olvides, aprovéchalo”. “No busques escuelas para hablar, sé tú mismo”, me decía. De mis poemas le gustaba uno titulado El leñador.

Carlos Montemayor: pasión por la danza

Gustavo Emilio Rosales

Waldeen von Falkenstein Brooke de Zatz - mejor conocida como Waldeen (1913-1993) -, una de las fundadoras del llamado Movimiento Mexicano de Danza Moderna, amiga de Carlos Montemayor y uno de los jurados del Primer Premio Nacional de Danza. En la foto, ella, con dos de sus alumnas: Edmé Pérez Vega y Guillermina Bravo. Foto: Semo (c. 1940).

A la edad de treinta y dos años, Carlos Montemayor fue el primer director del departamento de Difusión Cultural de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Su gestión fue decisiva para que la escena mexicana experimentara un crecimiento que en el presente aún rinde frutos.

En complicidad con Guillermo Serret, entonces jefe de Actividades Culturales de la UAM, y a petición de Emilio Carballido, impulsó un movimiento teatral conocido como Nueva Dramaturgia Mexicana, que tuvo su sede inicial en el Teatro Flores Magón, en Tlatelolco, donde directores con trayectoria y elencos formados por actores recién egresados de la escuela del INBA montaban piezas de dramaturgos incipientes, como Víctor Hugo Rascón Banda, Jesús González Dávila, Tomás Urtusástegui, Sabina Berman, Leonor Azcárate, Adam Guevara y Óscar Liera, entre otros. Según Vicente Leñero, “el trabajo de esta generación significó el regreso del texto como motor del hecho escénico” (1).

martes, 9 de marzo de 2010

Carlos Montemayor dejó lista una edición corregida del diccionario del náhuatl

Periódico La Jornada
Martes 9 de marzo de 2010, p. 5

El escritor Carlos Montemayor dejó lista una nueva edición, corregida y aumentada, del Diccionario del náhuatl en el español de México, proyecto que concretó en 2007 en colaboración con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), cuyo objetivo es la distribución gratuita de esa obra entre estudiantes de secundaria y bachillerato.

Hasta el momento se han repartido 200 mil ejemplares, “pero la idea es entregar 500 mil. Por eso él decidió que se hiciera una revisión, añadió 40 páginas; en breve estará lista la edición”, informó José del Val Blanco, director del Programa Universitario México Nación Multicultural de la UNAM.

El especialista participó ayer como testigo de honor en la firma de un convenio entre la Autoridad del Centro Histórico de la ciudad de México y la Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas (AELI), mediante el cual se entregará un inmueble a esta última para que sea su sede.

Entregarán premios de lenguas indígenas

Pachuca, Hidalgo.- Este martes 9, en el Centro Cultural del Ferrocarril, a las 12 horas, se hará entrega de los premios del Reconocimiento a la Escritura en Lengua Hñähñü, Jñatrjo, Náhuatl y Purhépecha 2009.
De Hidalgo se recibieron 85 trabajos en náhuatl, de los municipios de Acaxochitlán, Atlapexco, Cardonal, Chapulhuacan, Huautla, Huazalingo, Huejutla de Reyes, Jaltocan, Lolotla, Tepehuacan de Guerrero, Tlanchinol, Xochiatipan y Yahualica.
En el rubro de Hñähñü fueron diez, provenientes de Chilcuautla e Ixmiquilpan. Con relación a las propuestas ganadoras en Nahuatl, se obtuvieron 6 premios y en Hñahñu un segundo lugar y 3 menciones honoríficas.

La Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas tendrá sede en el Centro Histórico

Ciudad de México.-El Gobierno del Distrito Federal destinará un inmueble en el Centro Histórico con la finalidad de convertirlo en la nueva sede de la Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas, como un homenaje póstumo a la obra del recién fallecido Carlos Montemayor y la actividad que el escritor desempeñó en favor de la preservación y difusión de la cultura indígena en el país.

El anuncio fue hecho en conferencia de prensa por la Autoridad del Centro Histórico, Alejandra Moreno Toscano y el director general del Fideicomiso del Centro Histórico, Inti Muñoz Santini, quienes dieron a conocer que la nueva sede estará ubicada en la calle Javier Mina No. 150, Colonia Guerrero, en el Centro Histórico.

El recinto será la sede de la Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas, de la que Carlos Montemayor fue miembro. Su objetivo será contribuir a la formación de escritores en lenguas indígenas, a la par de favorecer a la promoción, difusión y conservación de una parte sustancial del patrimonio cultural de los mexicanos.

El inmueble ubicado en los límites del Perímetro A –en la parte trasera de la Iglesia de San Fernando— fue donado en comodato al Fideicomiso del Centro Histórico por la Familia Álvarez Tostado, descendientes de Ezequiel Álvarez Tostado, quien fue periodista, fotógrafo y grabador, reconocido como el que fotografió hechos de relevancia histórica como la entrada de Francisco I. Madero a la Ciudad de México en 1911, la Decena Trágica en 1913 y la toma en la Ciudadela.

viernes, 5 de marzo de 2010

Hay que insistir en que se cumplan los acuerdos de Larráinzar”: León Portilla

YADIRA LLAVEN

El antropólogo e historiador mexicano Miguel León Portilla (ciudad de México, 1926), autoridad en materia del pensamiento y la literatura náhuatl, estará en Puebla el próximo 23 de marzo a las 10 horas en el salón Paraninfo del edificio Carolino, para inaugurar las segundas Jornadas sobre el Universo de la Cultura Náhuatl. Recientemente, al término de la ceremonia en la primera presentación del texto, en la Cámara de Senadores, advirtió: tenemos que volver a insistir en que se cumplan los acuerdos de San Andrés Larráinzar, porque se tiene en un gran olvido a las comunidades y pueblos indígenas del país”.

En esa ocasión expresó: “hoy es un día glorioso, grande, porque se traduce la Constitución a la lengua indígena con mayor número de hablantes, 2 millones. Ojalá pronto se traduzca a las otras seis lenguas más importantes, como el zapoteco, mixteco, otomí, purépecha, entre otros, además del maya”.
“La Constitución en esa lengua ya no se sigue con el concepto de proteccionismo a los indígenas, sino en el reconocimiento de sus derechos”.

Sostuvo que “gracias a los zapatistas y a Emiliano Zapata, que luchó por la restitución de las tierras a los pueblos originarios, en la Constitución de 1917, en el artículo 27, se reconoce la propiedad comunal, pero es hasta la reforma constitucional cuando el artículo segundo da la razón que la nación mexicana es pluricultural, pluriétnica y plurilinguista”.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Carlos Montemayor y las lenguas indígenas

La humanidad llegó al siglo XXI con un equipaje al que le faltan y le sobran muchas cosas. Pero en el baúl principal lleva su más grande hallazgo, la herramienta más valiosa de las que ha desarrollado: el lenguaje, la palabra, el poder de nombrar las cosas. Al abrirlo saltan a la luz millones de historias, poemas, cuentos y fábulas, mitos y leyendas, cantos y versos. Emergen en miles de lenguas que quieren contar su propia historia, su noción del universo, su particular manera de mirar la vida.

Entre sus múltiples pasiones, Carlos Montemayor tuvo la de las lenguas. Sabía griego, latín, francés, hebreo, portugués, italiano, inglés. Y fue uno de los escritores contemporáneos, como Miguel León Portilla y Carlos Lenkersdorf, que, lejos de una actitud paternalista, revaloró la literatura indígena como testimonio vivo de la riqueza y la memoria cultural de México.

Resistente a la castellanización durante la Colonia primero y después a procesos educativos homogéneos que buscaban formar una nación “unificada” por un solo idioma, la memoria de las comunidades indígenas conservó en la tradición oral no sólo su lengua, sino el sentido filosófico que se teje con todos los elementos de la vida cotidiana y espiritual de la colectividad. Y antes de recibir el apoyo oficial, escritores de diversas regiones emprendieron proyectos independientes que, a partir de los años ochenta, llevaron al florecimiento del arte literario indígena actual.

Montemayor trabajó con mayas de Yucatán y Campeche, tzotziles y tzeltales de Chiapas, poetas zapotecos del Istmo y mixes y chinantecos de la sierra de Oaxaca, con mixtecos en Guerrero y purépechas en Michoacán, con escritores de las Huastecas y de la Sierra Tarahumara, y eso le permitió aquilatar el fuerte sentido colectivo de los relatos, la poesía, el teatro o la canción, en la reafirmación lingüística y la memoria de las comunidades.

martes, 2 de marzo de 2010

Carlos Montemayor, “una de las voces más claras del México insurgente”

Murió Carlos Montemayor. La nota de pésame público de El Zenzontle, “periodismo de más de 400 voces” (http://www.elzenzontle.org/), dice: “Al cierre de nuestro número de marzo, a las 6: 45 am de este domingo 28 de febrero de 2010, falleció el escritor y compañero de las luchas del pueblo organizado. El Zenzontle lo guarda como una de las voces más claras del México insurgente.”

Carlos Montemayor, señala la escueta esquela, nació en Parral, Chihuahua, en 1947 y murió en la ciudad de México, el 28 de febrero de 2010.

La nota de Milenio diario señala que fue “académico, escritor, traductor, activista social, defensor de los pueblos indígenas y cantante de ópera”.

El autor de Guerra en el paraíso, Las armas del alba, Minas del retorno, La fuga, Rebelión en Chiapas, entre otros libros de novela, ensayo, poesía, así como artículos en diversos medios como La Jornada y Proceso, fue una especie de continuador de la tradición mexicana y latinoamericana de escritores polígrafos y a la vez inmersos en la vida política de su tiempo.

Como poeta, traductor y estudioso de la poesía y la literatura, Montemayor fue conocedor del griego y el latín, pero también del portugués y de lenguas indígenas mexicanas. Por ello no solamente escribió de literatura clásica y contemporánea, sino que conoció el pensamiento indígena.

Carlos Montemayor se despide de las letras

Xalapa, Veracruzz.- Carlos Montemayor, originario de Parral, Chihuahua, quien recibió el año pasado el Premio Nacional de Ciencias y Artes, falleció el domingo a los 62 años de edad debido a un cáncer de estómago que padecía y que desde la semana pasada provocó su hospitalización en el Instituto Nacional de Cancerología. Miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y la Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas, Montemayor eligió no ser velado, aunque sí visitó por última vez la sede de la Academia, que era considerada por el escritor como su casa, donde intelectuales, amigos, admiradores y familiares lo despidieron sin protocolo ni homenajes oficiales.Amigos lo despidieron.
Las cenizas de Montemayor se depositaron en una urna que llevaba en brazos su viuda, Susana de la Garza, acompañada por sus hijos Emilio, Alejandra, Jimena y Victoria, así como su nieto Emilio.Consuelo Sáizar, presidenta del Conaculta, fue editora del escritor. Al montar guardia de honor, comentó: "Fue un hombre formidable que hizo de la literatura su pasión de vida, que era la lucha social y la defensa de los indígenas; un hombre que llenó de música y pasión cada una de sus actividades.
Fui interlocutora de un hombre de grandes ideas; fui también una devota lectora de su obra y ahora vengo a rendir homenaje a un hombre joven, con muchas páginas por escribir todavía, con mucho que aportar a este país que fue su pasión y por el que luchó de manera tan cercana y tan inteligente. La Academia Mexicana fue el lugar donde, acompañado por el enorme Alí Chumacero, analizó el idioma y lo llenó todos los días de nuevos significados, impregnados de pasión e inteligencia. Fue un hombre que hizo de la palabra su voz y de la pasión su lucha".

lunes, 1 de marzo de 2010

“Se fue el último gran hombre de la literatura mexicana”


El mundo literario de México lamenta la muerte del amigo, escritor y traductor Carlos Montemayor, quien rescató del olvido a los pueblos indígenas y defendió las lenguas originarias del país para compartir los espacios académicos, culturales, sociales y políticos. Su fallecimiento “deja una huella profunda imposible de llenar al ser considerado el último gran hombre de letras en México”, expresaron a La Jornada, amigos del autor y tenor mexicano.
José Emilio Pacheco, poeta: “La aportación de Carlos Montemayor a la literatura indígena es muy importante. Antes decíamos poesía mexicana y ahora debemos decir poesía mexicana escrita en español, porque el autor de Guerra en el paraíso tuvo una importancia decisiva en que hubiera poesía contemporánea en lenguas indígenas.

"A diferencia de otros escritores que tienen unos finales muy tristes, la de Montemayor fue una buena muerte, porque acababa de terminar su libro y hace un par de meses recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes en la categoría de Literatura. Me siento muy infortunado de ya no contar con su presencia. Es el último gran hombre de letras de la literatura mexicana.”

Ignacio Solares, escritor: “Nos conocimos a los 10 años, jugábamos a las pistolas; siempre fue muy amigo y la pérdida es terrible. La muerte de un amigo es más profunda que el amor sexual, porque un amigo no pide nada y haces tuyos sus logros, y de alguna manera se muere una parte tuya. La novela Guerra en el paraíso es una de las mejores novelas escritas en México, a la altura de la obra de Martín Luis Guzmán, o de Ulises criollo, de José Vasconcelos. Carlos Montemayor deja una huella profunda imposible de llenar; es un escritor único.”

Poniatowska, Glantz...
Elena Poniatowska, escritora: “Los pueblos indígenas pierden a un aliado y un gran admirador. Carlos Montemayor defendió las lenguas originarias de México. Los indígenas pierden a un gran amigo que se comprometió con causas sociales, pues parecía que su vida la iba a dedicar totalmente a la academia. Carlos es reconocido por su famosa obra Guerra en el paraíso, que documentó por su relación con los guerrilleros; era algo muy raro, como la antítesis de todo su conocimiento académico.”

Hugo Gutiérrez Vega, poeta: “Fue un mexicano de excepción; su vida y obra son merecedoras de lo que los liberales llamaban el bien de la República. Su obra tuvo muchas facetas, en primer lugar, su poesía escrita bajo el signo del mes de abril. Su relatos y novelas, cuyo trasfondo eran la realidad sociopolítica del país. Fue defensor de los derechos humanos y de los pueblos indígenas e intermediario en varios intentos de pacificación: en resumen fue rebelde, valiente, excelente prosista, hombre de vasta cultura, magnífico amigo y excelente tenor. Como decía don Jorge Manrique: ‘aunque la vida perdió, dejonos harto consuelo su memoria’.”

Margo Glantz: “Lo conocí cuando llegó de Chihuahua, muy jovencito. Fue mi alumno en la Facultad de Filosofía y Letras; sabía latín, griego; era un estudiante muy activo, y desde entonces establecimos una amistad muy buena, que se mantuvo a lo largo de los años. Luego coincidimos en la Academia Mexicana de la Lengua, donde le pedí que contestara mi discurso de ingreso, lo cual hizo de manera maravillosa. Lamento mucho su muerte; creo que Guerra en el paraíso es una de las novelas políticas históricas más importantes que se han escrito.”

Natalio Hernández, escritor nahua. “La muerte de Carlos Montemayor es una pérdida muy lamentable. Carlos y yo caminamos juntos a lo largo de 30 años, justamente desde 1980 hasta ahora. Juntos organizamos el primer Encuentro Nacional de Escritores en Lenguas Indígenas en 1990. En 1992, Montemayor coordinó una antología con varios escritores en lenguas indígenas. Este libro de ensayos lo publicó el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes con el título Situación actual y perspectivas en lenguas indígenas, que se publicó en 1993. Promovimos varios encuentros de escritores, talleres de literatura en lenguas indígenas con los zapotecos, purépechas, nahuas, mixtecos de Guerrero y tzeltales.

“Hace 20 años me dijo: ‘los sabios mayas me han cambiado la visión del mundo, ahora me siento como un pequeño sol dentro del universo; somos tan insignificantes en este mundo, que a veces nos olvidamos y pensamos que somos grandiosos’.

“Como miembro de la Academia Mexicana de la Lengua Española siempre planteó y defendió que las lenguas originarias del país compartieran todos los espacios: académicos, culturales, sociales o políticos. Su labor deja una huella profunda dentro de este desarrollo multicultural y multilingüe de México.”

Fue Montemayor figura clave en el ámbito intelectual de México

Ciudad de México.- Gran promotor de la tardición oral de las comunidades indígenas del país y reconocido por su obra narrativa, poética y ensayística, Carlos Montemayor, quien hoy falleció en esa ciudad, representa uno de los pilares de la literatura y el pensamiento político del México contemporáneo.

Autor de una reconocida narrativa, poética y ensayística, Montemayor, por su tarea como novelista, investigó los movimientos guerrilleros en México y dedicó gran parte de su trabajo crítico a la literatura actual y tradicional en varias lenguas indígenas, cuyas obras son determinantes para entender la problemática actual del país.

Nacido el 13 de junio de 1947 en Parral, Chihuahua, Carlos Antonio Montemayor Aceves, estudió Derecho y la maestría en Lenguas Iberoamericanas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), así como estudios orientales en El Colegio de México.

Desde el 30 de agosto de 1984, fue elegido miembro de número (es el segundo ocupante de la silla XX) de la Academia Mexicana de la Lengua; correspondiente de la Real Academia de la Lengua Española; así como del Consejo Científico Internacional de la Asociación de Archivos de la Literatura Latinoamericana, del Caribe y Africa du XX siecle.

A su carrera profesional destacó como investigador y promotor de la tradición oral de las comunidades indígenas de México, labor que se ha visto reflejada en su trabajo crítico, ensayos y análisis políticos publicados en diversos darios de circulación nacional e internacional.

La importancia de llamarse Carlos Montemayor

¿Qué hace completo a un hombre (de letras, en este caso)? ¿Lo que sabe, lo que puede, o lo que decide hacer con lo que sabe y puede? Carlos Montemayor fue, desde joven, un sabio humanista, un traductor impecable de los poetas latinos, él mismo un fino poeta en castellano, y pronto, creador de una pequeña (por su extensión) joya de la literatura mexicana: Las llaves de Urgell.

Pero al mismo tiempo (en un humanista tan robusto como él, mucho sucede, mucho se piensa al mismo tiempo), desarrollaba un inquisitivo interés por lo que sucedía en México.

En el México de la lucha, el de los de abajo. Era uno de los jóvenes del 68. Se interesó en nuestros pueblos indígenas, en los grupos de insurgencia armada y en las protestas civiles del fin de siglo. Hizo aportaciones a la historia de las guerrillas mexicanas, y las documentó también desde la novela, el ensayo crítico, y de un modo peculiar, desde un activismo discreto y eficaz.

Siendo un académico de tan serio prestigio y fundamentadas credenciales, formado en nuestra alma mater, y sabedor de los movimientos sociales con una peculiar perspicacia militar derivada de sus estudios de la historia romana, supo hacerse oír por las fuerzas armadas en sus propios recintos, y se mantuvo siempre como interlocutor de los movimientos sociales, que lo respetan y han respetado.

Carlos en la memoria

Si se piensa que Carlos Montemayor nació en 1947, y se estudian los aspectos principales de su vida, de su inteligente y compasiva rebeldía, y de su abundante obra literaria, se encontrará la recia figura de un incansable defensor de los derechos humanos, de los pueblos indígenas, de los humillados y ofendidos, y de quienes enfrentan con valor y convicción la violencia de los poderes estatales, y de los alicuijes matones al servicio de los poderes fácticos. Por todo esto y más, Carlos Montemayor fue un mexicano excepcional. Su vida y su obra enaltecen a la República.

Son muchas las facetas de su personalidad, y muchas las inquietudes que lo llevaron a escribir poemas, ensayos, relatos y novelas. De su poesía recuerdo sus primeros libros: Las armas del viento, Finisterra, Abril y otros poemas, y Abril y otras estaciones.
Sus poemas florecían en el clima benigno de la primavera; con ella llegaban a su ánimo las palabras para forjar el poema. Gran lector de poesía, tuvo siempre un acendrado amor por los misterios del lenguaje, y por la empresa de romanos que es la traducción. Tengo presente su Antología de la poesía griega, en la cual contó con la ayuda del poeta heleno, asentado en Nueva York, Rigas Kápatos. La curiosidad infatigable de Carlos anduvo también por los terrenos del latín, el sánscrito, el hebreo y algunas lenguas modernas. Mención especial merecen sus Encuentros con Oaxaca, sus antologías del cuento indígena, los estudios y trabajos sobre las lenguas nacionales. Brilla con luz poderosa su Diccionario del náhuatl en el español de México. Estos trabajos académicos se enriquecieron con su talante moral, con su permanente defensa de los derechos siempre cancelados de los indígenas, a quienes llamamos “extranjeros en su tierra”, y con su participación en comisiones que buscaban mediar entre el Estado y los grupos rebeldes.

Vivas, aplausos y canto en el homenaje a Carlos Montemayor

Una parte de las cenizas del escritor Carlos Montemayor, fallecido este domingo, serán esparcidas en su natal Parral, Chihuahua. Otras tantas se distribuirán en la sierra de Guerrero, en algunos de los escenarios que el autor describe en su novela Guerra en el paraíso, basada en la guerrilla de Lucio Cabañas.

Esos fueron los deseos del también poeta y tenor, quien luego de enterarse de su enfermedad, hace apenas cuatro meses, “tuvo tiempo de planear muchas cosas, entre ellas, negarse a recibir reconocimientos institucionales”, señaló su esposa, Susana de la Garza, durante el sencillo pero multitudinario y emotivo homenaje que le rindieron a Montemayor sus colegas de la Academia Mexicana de la Lengua (AML).

Dejó la semilla para cambiar al país
Alejandra Montemayor agradeció en nombre de su familia a los presentes el estar ahí acompañándolos y pidió “que las semillitas que dejó mi papá por todos lados, las hagamos crecer. Hay que seguir luchando por cambiar este país, ¡por favor!” Un minuto de aplausos fue el corolario a esas palabras, seguido por el grito de un hombre: “¡Viva Carlos!’’

Murió una de las figuras clave del ámbito intelectual del país

A la escritura, la defensa de los pueblos indígenas y la música dedicó su vida el escritor chihuahuense Carlos Montemayor, quien falleció ayer a los 62 años en el Distrito Federal, víctima de un cáncer de estómago que le fue detectado en octubre y por lo cual tuvo que ser hospitalizado esta semana en el Instituto Nacional de Cancerología.

Por decisión del propio escritor no hubo funeral. Ayer sus restos estuvieron durante unas horas en la sede de la Academia Mexicana de la Lengua, en la calle de Liverpool, institución de la cual se convirtió en miembro de número en 1985.

Con los libros en una mano y una guitarra en la otra describía su vida de niño, el autor de Guerra en el paraíso, quien nació en Parral, Chihuahua, en junio de 1947. El tenor fue creador de una amplia obra que abarcó grabaciones de discos, escritura de libretos para óperas, así como creación de libros en los géneros de poesía, novela y ensayo.

Carlos Montemayor, literato y mediador

Por Miguel Ángel Granados Chapa
Agencia Reforma

En sus saberes, sus pareceres y sus quehaceres, Carlos Montemayor fue un hombre de espíritu abierto, un escritor universal. Lo fue aun en el ámbito local: nacido en Parral, Chihuahua, se formó como abogado en la universidad pública de la capital de su estado, y entregó su vasto archivo a la de Ciudad Juárez, no sólo como reconocimiento a las tareas de esta casa de estudios, sino también en solidaridad con esa ciudad mártir.

Además de leyes, cuando vino a la ciudad de México estudió letras en la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde su ya dilatada conciencia de humanista se ensanchó aún más. Se armó allí de los instrumentos para el análisis literario, y afinó los recursos de su propio talento para su escritura. Fue poeta y traductor de poetas, narrador y ensayista. Sus novelas sobre el México contemporáneo son al mismo tiempo obra de su imaginación y resultado de pesquisas sobre el terreno.

La anchura de sus intereses literarios lo llevó a comprender nuestras raíces remotas. Conoció el griego antiguo y el latín, en cuyas civilizaciones se gestaron los cánones de la vida espiritual de Occidente.

Carlos Montemayor: cuando el tiempo falta

Eran los primeros días de la sublevación zapatista. En el aire todavía estaba fresco el olor a pólvora. Junto a un amplio grupo de analistas mexicanos, Carlos Montemayor fue invitado a participar en un seminario sobre el alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional organizado por un importante think tank en Washington.

En la opinión pública había un intenso debate sobre la naturaleza y los alcances de la rebelión. Comenzaba la guerra de tinta e Internet. En los círculos intelectuales oficiosos la moda era presentar el levantamiento como producto de la manipulación de las comunidades indígenas de Chiapas por parte de un grupo de revolucionarios profesionales mestizos y del obispo Samuel Ruiz y su iglesia.

En su ponencia, Montemayor hizo añicos esta interpretación del conflicto. Explicó cómo el zapatismo sólo podía entenderse como parte de la historia de las guerrillas en el país a lo largo de varias décadas y, simultáneamente, como una guerrilla rural genuinamente indígena. Postuló que la insurgencia requería analizarse como parte de un movimiento afincado en una zona específica, crecido a la sombra de la urdimbre familiar, social y regional que lo encubrió y lo transformó de estación en estación del año; como una fuerza auténtica nacida de las comunidades.